La historia de San Pedro Chanel

Cualquiera que haya trabajado en soledad, con gran necesidad de adaptación y con poco éxito aparente, encontrará un espíritu afín en Peter Chanel.

Nacido en Francia, el interés de Peter en las misiones comenzó en la escuela, cuando leyó las cartas que los misioneros en América enviaban a casa. Siendo un joven sacerdote, Peter revivió una parroquia en un barrio “malo” por el simple método de mostrar una gran devoción por los enfermos. Queriendo ser misionero, se unió a la Sociedad de María, los Maristas, a los 28 años. Obedientemente, enseñó en el seminario durante cinco años. Luego, como superior de siete maristas, viajó a Oceanía Occidental. El obispo que acompañaba a los misioneros dejó a Peter y a un hermano en la isla de Futuna, al noreste de Fiji, con la promesa de regresar en seis meses. Se fue hace cinco años.

Mientras tanto, Peter luchó con este nuevo idioma y lo dominó, haciendo el difícil ajuste a la vida con balleneros, comerciantes y nativos en guerra. A pesar del escaso éxito aparente y de la gran necesidad, mantuvo un espíritu sereno y gentil, además de una paciencia y coraje infinitos. Algunos nativos habían sido bautizados, algunos más estaban siendo instruidos. Cuando el hijo del cacique pidió ser bautizado, la persecución por parte del cacique llegó a su clímax. El padre Chanel fue asesinado a palos.

Dos años después de su muerte, toda la isla se convirtió en católica y así ha permanecido. Fue canonizado por el Papa Pío XII en 1954. Peter Chanel es el primer mártir de Oceanía y su patrón.

Reflexión

Sufrir por Cristo significa sufrir porque somos como Cristo. Muy a menudo, la oposición que encontramos es el resultado de nuestro propio egoísmo o imprudencia. No somos mártires cuando somos “perseguidos” por aquellos que simplemente nos tratan como nosotros los tratamos. Un mártir cristiano es aquel que, como Cristo, es simplemente un testigo del amor de Dios y saca del corazón humano el bien o el mal que ya está allí.

28 de abril