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29 de abril | Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena

Historia de Santa Catalina de Siena

El valor que Catalina hace central en su corta vida y que suena clara y consistentemente a través de su experiencia es la entrega total a Cristo. Lo más impresionante de ella es que aprende a ver su entrega a su Señor como una meta a alcanzar a través del tiempo.

Fue la vigésima tercera hija de Jacopo y Lapa Benincasa y creció como una persona inteligente, alegre e intensamente religiosa. Catalina decepcionó a su madre cortándose el cabello como protesta por el hecho de que la alentaran demasiado a mejorar su apariencia para atraer a un marido. Su padre ordenó que la dejaran en paz y le dieron una habitación propia para la oración y la meditación.

Ingresó a la Tercera Orden Dominicana a los 18 años y pasó los siguientes tres años en reclusión, oración y austeridad. Poco a poco, un grupo de seguidores se reunió a su alrededor, hombres y mujeres, sacerdotes y religiosos. De su vida contemplativa nació un apostolado público activo. Sus cartas, principalmente para instrucción espiritual y aliento de sus seguidores, comenzaron a tomar cada vez más nota de los asuntos públicos. La oposición y la calumnia resultaron de su mezcla intrépida con el mundo y de hablar con la franqueza y la autoridad de quien está completamente comprometido con Cristo. Fue absuelta de todos los cargos en el Capítulo General dominicano de 1374.

Su influencia pública alcanzó grandes alturas debido a su evidente santidad, su pertenencia a la Tercera Orden Dominicana y la profunda impresión que causó en el Papa. Trabajó incansablemente por la cruzada contra los turcos y por la paz entre Florencia y el Papa.

En 1378, comenzó el Gran Cisma, dividiendo la lealtad de la cristiandad entre dos, luego tres, papas y poniendo incluso a los santos en bandos opuestos. Catalina pasó los dos últimos años de su vida en Roma, en oración y súplica por la causa del Papa Urbano VI y la unidad de la Iglesia. Se ofreció como víctima por la Iglesia en su agonía. Murió rodeada de sus “hijos” y fue canonizada en 1461.

Catalina ocupa un lugar destacado entre los místicos y escritores espirituales de la Iglesia. En 1939, ella y Francisco de Asís fueron declarados copatronos de Italia. El Papa Pablo VI la nombró a ella ya Teresa de Ávila doctores de la Iglesia en 1970. Su testamento espiritual se encuentra en El Diálogo .

Reflexión

Aunque vivió su vida en una experiencia de fe y una espiritualidad muy diferentes a las de nuestro tiempo, Catalina de Siena se mantiene como compañera con nosotros en el camino cristiano en su esfuerzo indiviso por invitar al Señor a encarnarse en su propia vida. Acontecimientos que podrían hacernos estremecer, reír o incluso bostezar llenan sus biografías: una experiencia mística a los seis años, los esponsales de la infancia con Cristo, historias de duro ascetismo, sus frecuentes visiones extáticas. Aún así, Catherine vivió en una época que no conoció el rápido cambio de la América móvil del siglo XXI. El valor de su vida para nosotros hoy radica en su reconocimiento de la santidad como una meta que debe buscarse a lo largo de la vida.

29 de abril

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