La historia del Beato Urbano V

En 1362, el hombre elegido Papa declinó el cargo. Cuando los cardenales no pudieron encontrar a otra persona entre ellos para ese importante cargo, recurrieron a un relativamente extraño: la persona santa que honramos hoy.

El nuevo Papa Urbano V demostró ser una sabia elección. Monje benedictino y canonista, fue profundamente espiritual y brillante. Vivió con sencillez y modestia, lo que no siempre le granjeó amistades entre los clérigos acostumbrados a las comodidades y los privilegios. Aún así, presionó por la reforma y se encargó de la restauración de iglesias y monasterios. Excepto por un breve período, pasó la mayor parte de sus ocho años como Papa viviendo lejos de Roma en Avignon, sede del papado desde 1309, hasta poco después de su muerte.

Urban estuvo cerca, pero no pudo lograr uno de sus mayores objetivos: reunir a las iglesias oriental y occidental.

Como Papa, Urbano continuó siguiendo la Regla Benedictina. Poco antes de su muerte en 1370, pidió que lo trasladaran del palacio papal a la casa cercana de su hermano, para poder despedirse de la gente común a la que tantas veces había ayudado.

Reflexión

La sencillez en medio del poder y la grandeza parece definir a este santo, que aceptó a regañadientes el papado, pero siguió siendo en el fondo un monje benedictino. El entorno no tiene por qué influir negativamente en una persona.

19 de diciembre