La historia del beato Solanus Casey

¡Barney Casey se convirtió en uno de los sacerdotes más conocidos de Detroit a pesar de que no se le permitía predicar formalmente ni escuchar confesiones!

Barney provenía de una familia numerosa en Oak Grove, Wisconsin. A la edad de 21 años, y después de haber trabajado como leñador, enfermero de hospital, operador de tranvía y guardia de prisión, ingresó al Seminario St. Francis en Milwaukee, donde los estudios le resultaron difíciles. Se fue de allí y en 1896 se unió a los capuchinos en Detroit, tomando el nombre de Solanus. Sus estudios para el sacerdocio fueron nuevamente arduos.

El 24 de julio de 1904, Solanus fue ordenado, pero debido a que se consideró que su conocimiento de teología era débil, no se le permitió escuchar confesiones ni predicar. Un franciscano capuchino que lo conoció bien dijo que esta molesta restricción “produjo en él una grandeza y una santidad que nunca podría haberse realizado de otra manera”.

Durante sus 14 años como portero y sacristán en Yonkers, Nueva York, la gente allí reconoció a Solanus como un excelente orador. James Derum, su biógrafo, escribe: “Porque, aunque se le prohibió pronunciar sermones doctrinales, podía dar discursos inspiradores, o Fiebreinos , como los llamaban los capuchinos. Su fuego espiritual impresionó profundamente a sus oyentes.

El Padre Solanus sirvió en parroquias en Manhattan y Harlem antes de regresar a Detroit, donde fue portero y sacristán durante 20 años en el Monasterio de San Buenaventura. Todos los miércoles por la tarde conducía servicios muy concurridos para los enfermos. Un compañero de trabajo estima que en un día promedio de 150 a 200 personas venían a ver al Padre Solanus en la oficina principal. La mayoría de ellos vinieron a recibir su bendición; 40 a 50 acudieron a consulta. Mucha gente lo consideró instrumental en las curaciones y otras bendiciones que recibieron.

El sentido de la providencia de Dios del Padre Solanus inspiró a muchos de sus visitantes. “Bendito sea Dios en todos sus designios” era una de sus expresiones favoritas.

Los muchos amigos del padre Solanus ayudaron a los capuchinos a iniciar un comedor de beneficencia durante la Depresión. Los capuchinos todavía alimentan a los hambrientos allí hoy.

Con problemas de salud, Solanus fue trasladado al noviciado capuchino en Huntington, Indiana, en 1946, donde vivió durante diez años hasta que tuvo que ser hospitalizado en Detroit. El padre Solanus murió el 31 de julio de 1957. Aproximadamente 20.000 personas pasaron junto a su ataúd antes de su entierro en la iglesia St. Bonaventure en Detroit.

En la misa del funeral, el padre provincial Gerald dijo: “La suya fue una vida de servicio y amor por personas como tú y yo. Cuando él mismo no estaba enfermo, sin embargo sufrió con y por vosotros que estabais enfermos. Cuando no tenía hambre físicamente, tenía hambre con personas como tú. Tenía un amor divino por la gente. Amaba a las personas por lo que podía hacer por ellas y por Dios, a través de ellas”.

En 1960, se formó un gremio del Padre Solanus en Detroit para ayudar a los seminaristas capuchinos. Para 1967, el gremio tenía 5000 miembros, muchos de ellos agradecidos destinatarios de sus consejos prácticos y su reconfortante seguridad de que Dios no los abandonaría en sus pruebas. Solanus Casey fue declarado Venerable en 1995 y beatificado el 18 de noviembre de 2017.

Reflexión

Su biógrafo James Patrick Derum escribe que finalmente el padre Solanus estaba cansado de llevar las cargas de las personas que lo visitaban. “Hace mucho tiempo, había llegado a conocer la verdad enseñada por Cristo de que el amor puro de Dios y el prójimo como hijos de Dios son, en última instancia, todo lo que importa. Vivir esta verdad ardiente y continuamente lo había hecho, espiritualmente, un hombre libre, libre de la esclavitud de las pasiones, del egoísmo, de la autocomplacencia, de la autocompasión, libre para servir completamente tanto a Dios como al hombre” ( El Portero de San Buenaventura , página 199).

30 de julio