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10 de junio | San Joaquín

San Joaquín

Historia de San Joaquín

Nacida en una familia aristocrática en Barcelona, ​​España, Joachima tenía 12 años cuando expresó su deseo de convertirse en monja carmelita. Pero su vida dio un giro completamente diferente a los 16 años con su matrimonio con un joven abogado, Theodore de Mas. Ambos profundamente devotos, se convirtieron en franciscanos seglares. Durante sus 17 años de vida matrimonial criaron a ocho hijos.

La normalidad de su vida familiar se vio interrumpida cuando Napoleón invadió España. Joachima tuvo que huir con los niños; Theodore se quedó atrás y murió. Aunque Joachima volvió a experimentar el deseo de ingresar a una comunidad religiosa, atendió a sus deberes como madre. Al mismo tiempo, la joven viuda llevó una vida de austeridad y optó por llevar el hábito de la Tercera Orden de San Francisco como vestimenta ordinaria. Pasó mucho tiempo en oración y visitando a los enfermos.

Cuatro años más tarde, con algunos de sus hijos ya casados ​​y los más pequeños bajo su cuidado, Joachima le confesó a un sacerdote su deseo de ingresar en una orden religiosa. Con su aliento, estableció las Hermanas Carmelitas de la Caridad. En medio de las guerras fratricidas de la época, Joaquín fue encarcelado brevemente y luego exiliado a Francia durante varios años.

La enfermedad finalmente la obligó a renunciar como superiora de su orden. Durante los siguientes cuatro años, sucumbió lentamente a la parálisis, lo que provocó que muriera por centímetros. A su muerte a la edad de 71 años en 1854, Joachima era conocida y admirada por su alto grado de oración, profunda confianza en Dios y caridad desinteresada. Joaquín fue beatificado por el Papa Pío XII en 1940 y canonizado por el Papa Juan XXIII en 1959.

Reflexión

Joachima entiende la pérdida. Perdió el hogar donde crecieron sus hijos, su esposo y finalmente su salud. A medida que el poder de moverse y cuidar de sus propias necesidades se desvanecía lentamente, esta mujer que había cuidado de los demás durante toda su vida se volvió totalmente dependiente; necesitaba ayuda con las tareas más sencillas de la vida. Cuando nuestras propias vidas se salen de control, cuando la enfermedad, el duelo y las dificultades financieras golpean, todo lo que podemos hacer es aferrarnos a la creencia que sostuvo a Joachima: Dios nos cuida siempre.

10 de junio

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