La historia de la Beata Juta de Turingia

La patrona de Prusia de hoy comenzó su vida en medio del lujo y el poder, pero murió como una simple sierva de los pobres.

En verdad, la virtud y la piedad siempre fueron de suma importancia para Jutta y su esposo, ambos de noble rango. Los dos se dispusieron a hacer una peregrinación juntos a los lugares santos de Jerusalén, pero su marido murió en el camino. Jutta, que acababa de enviudar, después de ocuparse de mantener a sus hijos, resolvió vivir de una manera que le parecía completamente agradable a Dios. Se deshizo de las costosas ropas, joyas y muebles propios de su rango, y se hizo franciscana seglar, tomando la sencilla vestimenta de una religiosa.

A partir de ese momento, su vida se dedicó por completo a los demás: al cuidado de los enfermos, en particular de los leprosos; atendiendo a los pobres, a quienes visitaba en sus chozas; ayudando a los lisiados y ciegos con quienes compartía su propia casa. Muchos de los habitantes de Turingia se rieron de cómo la una vez distinguida dama ahora pasaba todo su tiempo. Pero Jutta vio el rostro de Dios en los pobres y se sintió honrada de prestar todos los servicios que pudo.

Alrededor del año 1260, poco antes de su muerte, Jutta vivía cerca de los no cristianos en el este de Alemania. Allí construyó una pequeña ermita y oró sin cesar por su conversión. Ha sido venerada durante siglos como patrona especial de Prusia.

Reflexión

Jesús dijo una vez que un camello puede pasar por el ojo de una aguja más fácilmente de lo que una persona rica puede entrar en el reino de Dios. Esa es una noticia bastante aterradora para nosotros. Puede que no tengamos grandes fortunas, pero los que vivimos en Occidente disfrutamos de una parte de los bienes del mundo que la gente del resto del mundo no puede imaginar. Para diversión de sus vecinos, Jutta dispuso de su riqueza después de la muerte de su esposo y dedicó su vida a cuidar a los que no tenían medios. Si seguimos su ejemplo, es probable que la gente también se ría de nosotros. Pero Dios sonreirá.

25 de junio