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2 de noviembre | Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

La historia de la conmemoración de todos los fieles difuntos

La Iglesia ha fomentado la oración por los difuntos desde los primeros tiempos como un acto de caridad cristiana. “Si no tuviéramos cuidado por los muertos”, señaló Agustín, “no tendríamos el hábito de orar por ellos”. Sin embargo, los ritos precristianos para los difuntos mantuvieron una influencia tan fuerte en la imaginación supersticiosa que no se observó una conmemoración litúrgica hasta principios de la Edad Media, cuando las comunidades monásticas comenzaron a marcar un día anual de oración por los miembros difuntos.

A mediados del siglo XI, San Odilo, abad de Cluny, Francia, decretó que todos los monasterios cluniacenses ofrecieran oraciones especiales y cantaran el Oficio de Difuntos el 2 de noviembre, el día siguiente a la fiesta de Todos los Santos. La costumbre se extendió desde Cluny y finalmente fue adoptada por toda la Iglesia romana.

El fundamento teológico de la fiesta es el reconocimiento de la fragilidad humana. Dado que pocas personas alcanzan la perfección en esta vida, sino que, más bien, van a la tumba aún marcadas con rastros de pecaminosidad, parece necesario algún período de purificación antes de que un alma se encuentre cara a cara con Dios. El Concilio de Trento afirmó este estado de purgatorio e insistió en que las oraciones de los vivos pueden acelerar el proceso de purificación.

La superstición fácilmente se aferró a la observancia. La creencia popular medieval sostenía que las almas del purgatorio podían aparecer ese día en forma de brujas, sapos o fuegos fatuos. Las ofrendas de comida junto a la tumba supuestamente aliviaron al resto de los muertos.

Han sobrevivido prácticas de carácter más religioso. Estos incluyen procesiones públicas o visitas privadas a cementerios y decoración de tumbas con flores y luces. Esta fiesta se observa con gran fervor en México.

Reflexión

Si uno debe o no orar por los muertos es uno de los grandes argumentos que dividen a los cristianos. Consternado por el abuso de las indulgencias en la Iglesia de su época, Martín Lutero rechazó el concepto del purgatorio. Sin embargo, la oración por un ser querido es, para el creyente, una forma de borrar cualquier distancia, incluso la muerte. En la oración estamos en la presencia de Dios en compañía de alguien a quien amamos, incluso si esa persona se ha ido antes que nosotros a la muerte.

2 de noviembre

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