La historia de la Beata María Ángela Truszkowska

Hoy honramos a una mujer que se sometió a la voluntad de Dios durante toda su vida, una vida llena de dolor y sufrimiento.

Nacida en 1825 en el centro de Polonia y bautizada como Sophia, contrajo tuberculosis cuando era niña. El forzado período de convalecencia le dio tiempo suficiente para reflexionar. Sophia se sintió llamada a servir a Dios trabajando con los pobres, incluidos los niños de la calle y los ancianos sin hogar en los barrios marginales de Varsovia. Con el tiempo, su prima se unió a ella en el trabajo.

En 1855, las dos mujeres hicieron votos privados y se consagraron a la Santísima Madre. Se les sumaron nuevos seguidores. En dos años, formaron una nueva congregación, que llegó a ser conocida como las Hermanas Felicianas. A medida que crecía su número, también lo hacía su trabajo, y también lo hacían las presiones sobre la Madre Ángela (el nuevo nombre que tomó Sofía en la vida religiosa).

La Madre Ángela sirvió como superiora durante muchos años hasta que su mala salud la obligó a renunciar a la edad de 44 años. Vio cómo la orden crecía y se expandía, incluidas las misiones a los Estados Unidos entre los hijos e hijas de inmigrantes polacos.

El Papa Juan Pablo II la beatificó en 1993. Su fiesta litúrgica es el 10 de octubre.

Reflexión

Como los Santos Francisco de Asís e Ignacio de Antioquía, la Beata María Ángela experimentó una conversión mientras convalecía de una enfermedad. El Señor puede usar la enfermedad y otras situaciones para hablar al corazón de una persona. Esto no implica que Dios haya causado la enfermedad; solo que aprovechó la oportunidad para hablar al corazón de la Beata Ángela.

30 de enero