28 de diciembre | Santos Inocentes
La historia de los Santos Inocentes
Herodes “el Grande”, rey de Judea, era impopular entre su pueblo debido a sus conexiones con los romanos y su indiferencia religiosa. Por lo tanto, estaba inseguro y temeroso de cualquier amenaza a su trono. Era un maestro político y un tirano capaz de una brutalidad extrema. Mató a su esposa, a su hermano ya los dos esposos de su hermana, por nombrar solo algunos.
Mateo 2:1-18 cuenta esta historia: Herodes estaba “muy turbado” cuando los astrólogos del oriente llegaron preguntando por el paradero del “recién nacido rey de los judíos”, cuya estrella habían visto. Se les dijo que las Escrituras judías nombraban a Belén como el lugar donde nacería el Mesías. Herodes astutamente les dijo que le informaran a él para que él también pudiera “rendirle homenaje”. Encontraron a Jesús, le ofrecieron sus regalos y, advertidos por un ángel, evitaron a Herodes en su camino a casa. Jesús escapó a Egipto.
Herodes se enfureció y “ordenó la masacre de todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores”. El horror de la masacre y la devastación de las madres y los padres llevó a Mateo a citar a Jeremías: “Se oyó una voz en Ramá, sollozos y grandes lamentaciones; Raquel llorando por sus hijos…” (Mateo 2:18). Raquel fue la esposa de Jacob (Israel). Se la representa llorando en el lugar donde los israelitas fueron reunidos por los conquistadores asirios para marchar al cautiverio.
Reflexión
Los Santos Inocentes son pocos en comparación con el genocidio y el aborto de nuestros días. Pero incluso si hubiera habido uno solo, reconocemos el tesoro más grande que Dios puso sobre la tierra: una persona humana, destinada a la eternidad, y agraciada por la muerte y resurrección de Jesús.
28 de diciembre