La historia de San Sharbel Makhlouf

Aunque este santo nunca viajó lejos del pueblo libanés de Beka-Kafra donde nació, su influencia se ha extendido ampliamente.

Joseph Zaroun Maklouf fue criado por un tío porque su padre, un arriero, murió cuando Joseph tenía solo tres años. A la edad de 23 años, José se unió al Monasterio de San Marón en Annaya, Líbano, y tomó el nombre de Sharbel en honor a un mártir del siglo II. Hizo sus votos perpetuos en 1853 y fue ordenado seis años después.

Siguiendo el ejemplo de San Marón del siglo V, Sharbel vivió como ermitaño desde 1875 hasta su muerte. Su reputación de santidad llevó a la gente a buscarlo para recibir una bendición y ser recordado en sus oraciones. Seguía un ayuno estricto y era muy devoto del Santísimo Sacramento. Cuando sus superiores le pedían ocasionalmente que administrara los sacramentos en las aldeas cercanas, Sharbel lo hacía con gusto.

Murió en la tarde de la víspera de Navidad. Cristianos y no cristianos pronto hicieron de su tumba un lugar de peregrinación y de curaciones. El Papa Pablo VI beatificó a Sharbel en 1965 y lo canonizó 12 años después.

Reflexión

Juan Pablo II decía a menudo que la Iglesia tiene dos pulmones, el este y el oeste, y debe aprender a respirar usando ambos. Recordar a santos como Sharbel ayuda a la Iglesia a apreciar tanto la diversidad como la unidad presentes en la Iglesia Católica. Como todos los santos, Sharbel nos señala a Dios y nos invita a cooperar generosamente con la gracia de Dios, sin importar cuál sea nuestra situación en la vida. A medida que nuestra vida de oración se vuelve más profunda y honesta, estamos más preparados para dar esa respuesta generosa.

24 de julio