Historia de San Ireneo

La Iglesia es afortunada de que Ireneo estuvo involucrado en muchas de sus controversias en el segundo siglo. Fue un estudiante, sin duda bien formado, con mucha paciencia en la investigación, tremendamente protector de la enseñanza apostólica, pero movido más por el deseo de ganarse a sus adversarios que por demostrarles su error.

Como obispo de Lyon, estaba especialmente preocupado por los gnósticos, quienes tomaron su nombre de la palabra griega para “conocimiento”. Al reclamar acceso al conocimiento secreto impartido por Jesús a solo unos pocos discípulos, su enseñanza atraía y confundía a muchos cristianos. Después de investigar a fondo las diversas sectas gnósticas y su "secreto", Ireneo mostró a qué conclusiones lógicas conducían sus principios. Estos los contrastó con la enseñanza de los apóstoles y el texto de la Sagrada Escritura, dándonos, en cinco libros, un sistema de teología de gran importancia para los tiempos posteriores. Además, su obra, muy difundida y traducida al latín y al armenio, acabó paulatinamente con la influencia de los gnósticos.

Las circunstancias y los detalles de su muerte, como los de su nacimiento y primeros años en Asia Menor, no están del todo claros.

Reflexión

Una preocupación profunda y genuina por los demás nos recordará que el descubrimiento de la verdad no debe ser una victoria para unos y una derrota para otros. A menos que todos puedan reclamar una participación en esa victoria, la verdad misma seguirá siendo rechazada por los perdedores, porque se la considerará inseparable del yugo de la derrota. Y así, la confrontación, la controversia y cosas por el estilo pueden dar lugar a una genuina búsqueda unida de la verdad de Dios y la mejor manera de servirla.

28 de junio