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7 de noviembre | San Didaco

San Didaco

Historia de San Didaco

Didacus es la prueba viviente de que Dios “escogió lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; Dios escogió lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte.”

Cuando era joven en España, Didacus se unió a la Orden Franciscana Seglar y vivió durante algún tiempo como ermitaño. Después de que Didacus se convirtió en un hermano franciscano, desarrolló una reputación de gran perspicacia en los caminos de Dios. Sus penitencias fueron heroicas. Era tan generoso con los pobres que a veces los frailes se inquietaban por su caridad.

Didacus se ofreció como voluntario para las misiones en las Islas Canarias y trabajó allí con energía y provecho. También era el superior de un convento allí.

En 1450 fue enviado a Roma para asistir a la canonización de San Bernardino de Siena. Cuando muchos de los frailes reunidos para esa celebración enfermaron, Dídaco se quedó en Roma durante tres meses para cuidarlos. Después de su regreso a España, siguió una vida de contemplación a tiempo completo. Mostró a los frailes la sabiduría de los caminos de Dios.

Mientras agonizaba, Didaco miró un crucifijo y dijo: “¡Oh madera fiel, oh preciosos clavos! Has llevado una carga sumamente dulce, porque has sido juzgado digno de llevar al Señor y Rey del cielo” (Marion A. Habig, OFM, The Franciscan Book of Saints , p. 834).

San Diego, California, lleva el nombre de este franciscano, quien fue canonizado en 1588.

Reflexión

No podemos ser neutrales con respecto a las personas genuinamente santas. O los admiramos o los consideramos tontos. Didacus es un santo porque usó su vida para servir a Dios y al pueblo de Dios. ¿Podemos decir lo mismo de nosotros mismos?

7 de noviembre

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