La historia de San Mateo

Mateo era un judío que trabajaba para las fuerzas romanas de ocupación recaudando impuestos de otros judíos. Los romanos no eran escrupulosos acerca de lo que los "recaudadores de impuestos" obtenían para sí mismos. Por lo tanto, estos últimos, conocidos como "publicanos", eran generalmente odiados como traidores por sus compatriotas judíos. Los fariseos los agruparon con “pecadores” (ver Mateo 9:11-13). Así que fue impactante para ellos escuchar a Jesús llamar a un hombre así para que fuera uno de sus seguidores íntimos.

Mateo metió a Jesús en más problemas al tener una especie de fiesta de despedida en su casa. El Evangelio nos dice que a la cena acudieron muchos recaudadores de impuestos y “los llamados pecadores”. Los fariseos estaban aún más conmocionados. ¿Qué negocio tenía el supuestamente gran maestro relacionándose con gente tan inmoral? La respuesta de Jesús fue: “Los sanos no necesitan médico, pero los enfermos sí. Ve y aprende el significado de las palabras, 'Misericordia deseo, no sacrificio.' No he venido a llamar a justos sino a pecadores” (Mateo 9:12b-13). Jesús no está dejando de lado el ritual y la adoración; él está diciendo que amar a los demás es aún más importante.

No se encuentran otros incidentes particulares sobre Mateo en el Nuevo Testamento.

Reflexión

De una situación tan improbable, Jesús eligió a uno de los cimientos de la Iglesia, un hombre que otros, a juzgar por su trabajo, pensaron que no era lo suficientemente santo para el puesto. Pero Mateo fue lo suficientemente honesto para admitir que él era uno de los pecadores a los que Jesús vino a llamar. Estaba lo suficientemente abierto para reconocer la verdad cuando lo vio. “Y él se levantó y lo siguió” (Mateo 9:9b).

21 de septiembre